Revenge

¿Quién no ha caído alguna vez en un pequeño placer culpable? Sabes que no tiene una gran trama, ni apostarías por ninguno de sus actores en los Emmy... pero qué más da. Es adictivo y te gusta ¿no? Y uno de los guilty pleasures de esta temporada es, sin duda alguna, Revenge. Basada en La venganza del conde de Monte Cristo, pero a lo Gossip Girl.

Emily Thorne es una chica corriente que llega a los Hamptons (como no) para comprarse una casa. Pero resulta que no es precisamente nueva en la zona: cuando era pequeña vivía allí con su padre y vuelve para vengarse de todos aquellos que destrozaron sus vidas.

A pesar de la primera impresión que pueda dar (típica serie de niños ricos que se lían entre ellos, mucho brunch y mucha tea party) descubres que eso solo es verdad en un... ¿40%? y acaba siendo adictiva.

Con un curioso piloto que empieza con un flashforward en el que asesinan a uno de los protagonistas (tachán!), unos cuantos trucos de engaños y escenas de "te van a pillar!" tiene la combinación perfecta para pegarte a la pantalla. Como el placer culpable que es, no hay muchas actuaciones destacables. Puede que Madelaine Stowe, la antagonista, que ha sido nominada a un Globo de oro precisamente por su papel como Victoria en esta serie.

Bueno! y Emily VanCamp, la protagonista, pero no por su gran talento, sino por algo que hace muy bien, algo que llamaremos poner cara de Emily.

Aquí tenemos un ejemplo:

La actuación de esta chica se centra en decir 4 frases, sonríe falsamente, se da la vuelta, pone cara de Emily y cambio de secuencia. Pasan un par de cosas y volvemos a ella. Está en casa, llega alguien que puede arruinarle un plan, pone cara de Emily y coge el teléfono. Se sube al coche, pone cara de Emily y conduce hasta el bar del puerto. Y así todo el episodio. 

Entretenimiento puro, ni más ni menos.

Así que si os apetece ver una serie en la que no tengáis que pensar mucho y con buena estética, Revenge es lo que buscáis.